Cuentan que ella, una mujer con percepción de pescado y disfraz de alta autoestima, oía voces, voces que le decían entre otras cosas: Esa… esa... está enamorada de tu novio. Algo imposible, pues todo el mundo o por lo menos aquel con un poquito de sentido común se daban cuenta que la posibilidad de que una mujer tan especial, bella por dentro y fuera, pudiera enamorarse en serio de su novio era tan ínfima, como que el sol no brille más. Además porque la joven tenía su corazón bien ocupado hace mucho tiempo, desde que tuvo uso de razón; pero la desquiciada mujer en su delirio seguía pensándolo.
Un día,
en sección de terapia ella comenzó a alucinar, imaginaba a la bella mujer y su
novio haciendo el amor en todas las posiciones, desenfrenados, desesperados.
Allí estaban tan abrazados, hecho uno, ambos acostados frente a ella: Esa hermosa
mujer y su novio acariciándose ni la registraban, ellos seguían besándose con tanta
pasión cada rincón del cuerpo, gimiendo ella le pedía más y él la complacía
gustoso, extasiado en la suavidad de la piel, parecían levitar de lujuria. Fue
entonces cuando la mujer tomando la estatuilla que había sobre el escritorio, decidió
por fin terminar con aquella historia.
Y así fue que el intrigante Psicólogo, primo
de una de sus mejores amigas, y su paciente, finalizaron la sesión de manera
inesperada y tan mortal… como solo los muertos saben.
© Melody Paz Luna