La navidad trae recuerdos,
sorpresas, reencuentros, tristezas y alegrías. Colgando en cada rama del árbol sueños
de mazapán, recuerdos parchados, villancicos alegres y otros amargos.
Rescata la
forma de tus sueños más puros y escondidos, descendiendo por tu chimenea, segura
y a tiempo, sólo debes permitir que la luz dorada te envuelva.
Abre tu ventana
a los reyes que luego de peregrinar por ese desierto oscuro en el que tú
también has caminado, llegan a ti para brindarte el mejor regalo: la
oportunidad de compartir y poder dar. Sabrás que sí estas en familia la palabra
brindarse se transforma en el mejor obsequio, envuelto en cada gesto, en cada
perdón, en un saludo no esperado, en ese te quiero que hace mucho no
pronuncias, vivificando el re encuentro y la lágrima que cura.
Y que si te sientes
solo hay alguien más allá que también lo está, un extraño que puede dejar de
serlo, esperando que lo acompañes sin saberlo, con los brazos extendidos para
que lo invites a tu mesa e invitarte también. Ella, él, esperando por ti y el
milagro.
Porque brindar afecto, amar y ser amado en Navidad es cobijar la
estrella de Belén en una mano y la caricia de las 12 en forma de Esperanza. Y
si escuchas sus campanadas la festejaras con la dulzura de los niños y pasión
bendita.
Porque la Navidad siempre llega puntual a decirnos que en la raíz de
una pena existen los milagros. Milagros de niños que la creen y adultos que
sienten que todo puede mejorar en el mundo, si todavía hay Amor
© by Melody Paz Luna